Cuando los espacios neutros aportan valor añadido.

La casa que nos ocupa hoy para terminar la semana, es un ejemplo vivo de cuando un espacio en tonos neutros hacen determinante el poder apreciar los objetos que la contienen. 

En decoración muchas veces es la máxima, utilizar colores básicos para así proporcionar un valor añadido a sus piezas, de esta manera son mucho más apreciadas y más hermosas. En esta casa el blanco y el negro, que básicamente es la ausencia del color, son los tonos protagonistas de todas sus estancias y puntualmente, sobre todo en objetos muy especiales, entra el color a formar parte del interiorismo. De esta manera cada colección se reagrupa con el todo y gana en valor decorativo.

El diseñador neoyorquino Leanne Ford, se ha ocupado de la decoración de esta casa, ubicada en Ohio que data del año 1800 y que sus propietarios acababan de remodelar tras su adquisición el año pasado, siguiendo los principios básicos del "menos es más" y con ello ha conseguido unos espacios serenos, elegantes y con un toque de eclecticismo absoluto a la hora de mezclar todo su mobiliario.

Tanto la planta baja donde se ubica el salón donde un apetecible chester en piel negra nos invita a sentarnos, el encantador salón del piano y la cocina con ese toque industrial tan de moda, como la planta alta donde se encuentran los dormitorios, se rigen por esta máxima y a la vista está que se ha conseguido cohexionar perfectamente cada estancia que la compone sin que nada ópticamente resalte a la vista, pero donde cada pieza tiene su lugar y protagonismo absoluto. 

Una preciosa y cálida casa que te invita a pasar y encontrarte en perfecta armonía con el entorno. 

Encantadora... ;) 

IMAGENES: de Lonny Magazine.