Diseño nórdico lleno de color para una posada íntima y de lo más alegre.

03 octubre 2014

Hay lugares que exhiben una alegría y un intimismo inusitado por ahí, tanto que solo ver las imágenes y darte un paseo por ellas te levantan una sonrisa de satisfacción. 
Es el caso de este pequeño hotel que regenta una mujer de origen sueco llamada Jenny Ljundberg en East Hampton, muy cerquita de Nueva York, donde la idea que todos tenemos de la elegancia escandinava pierde por completo su minimalismo para convertirse en una explosión de color y buenos propósitos, que levantarían el ánimo al mismísimo diablo en uno de sus peores días. 
Su deseo era trasladar los mejores diseños de su tierra natal y mezclarlos con los más étnicos del antiguo EEUU, mezclando de esta manera las dos culturas y dos decoraciones totalmente diferentes, convirtiendo esta pequeña posada en algo original y ecléctico, transformando las 19 habitaciones que posee con materiales tradicionales, en los que se incluyen la piel, el terciopelo y la madera a partes iguales, pero siempre desde un prisma colorista y funcional. 





Su idea, desde luego, era la de crear una atmósfera que estuviera tan a kilómetros de distancia como se encuentra su país de origen, que parece tan fría e inaccesible, y por esa razón ha recreado en las habitaciones ambientes cálidos a través de las tapicerías, los estampados de los papeles pintados de las paredes y las particulares piezas decorativas, donde además las zonas comunes con mobiliario rústico, paredes pintadas con tonos fuertes, ilustraciones científicas y botánicas utilizando esquemas de colores muy serenos y naturalistas además de los cojines decorativos con mucho color en el porche, imprimen ese aire de frescura y explosiones de color a todo el conjunto. 
Cada habitación es diferente y se rige por unos patrones de personajes notables de su país, como Hans Christian Andersen, Alfred Nobel, Eero Saarinen o Roald Amundsen, en los que ha intentado recrear la personalidad de cada uno a través de las mismas tapicerías, las piezas de decoración y los originales muebles. Por ejemplo en la referida a Andersen hay un espejo con los pies de pato, que recuerda el conocido cuento de "El Patito Feo", o los copos de nieve que habitan con el resto de piezas en la de Amundsen, en homenaje al explorador polar noruego. 
El nombre del hotelito es The Maidstone por si tenéis la oportunidad de daros una vueltecita por él. Donde creo, merece la pena ir si es que tienes esa ocasión a lo largo de tu vida, que nunca se sabe ;) 

















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